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Amor artificial. Sartenes. Y una larga conversación


Estamos viviendo tiempos convulsos, raros, anómalos, difíciles y duros,  tiempos en los que todo cambia, todo es diferente y los cines están cerrados en casi su totalidad. Hay pequeños bastiones que resisten y que resistirán hasta sus últimos estertores. Se hacen urgentes inyecciones de dinero y reestrenos en cine. Sin miedo. Hace falta devolver a La Reina a su lugar. Se ha puesto como ejemplo del buen hacer a Santiago Segura con su segunda parte de padre. Porque apostó por los cines, porque apostó por estrenar en sala. Porque amenazó a los distribuidores y gerentes de las salas (dato no confirmado). Claro que era el principio de la desescalada y no la cuarta ola (cada vez que hablo de olas canto a lo Jurado). Se criticó a Fesser por sacar su cinta directamente en Prime, cuando nadie dice que en cuanto pueda el buen hombre la llevará a salas (tiene previsto su estreno para la primavera del 21).

Historias lamentables; Javier Fesser

Supongo que agobiado por las candidaturas no le quedó más remedio que estrenar, a lo loco. Y está bien, en serio. Nadie habló de la obligación de estrenar Orígenes Secreto en Netflix, sin ningún viso de reestreno en sala (Netflix, no hace daño a nadie estrenar en cine, de verdad).

Orígenes Secretos; David Galán-Galindo

Yo soy señora de sala. Soy señora de sentarme café en mano (no soy partidaria de comer durante las pelis, pero gustos colores). Soy señora de atmósferas, ambientes. De auras. Soy de ir al cine, vamos. Silencio sepulcral, oscuridad solo rota por la proyección en la pantalla y a viajar. No es lo mismo ver pelis en casa. Acabo de revisar El Señor de los Anillos, trilogía completa, versión extendida. Tengo tiempo sí. Las circunstancias obligan. Pero la sensación del cine, las batallas épicas, las apariciones por sorpresa, los besos. No hay color, ¡No hay color! Y no hablemos de verlo en Imax. No hablemos, que lloro.

Ayer se estrenaron cuatro películas a tener muy en cuenta, (se estrenaron más, pero me interesan estas cuatro) y solo una en cines, en los que estén abiertos claro. Una. Una que en un par de semanas la tengo en Netflix. Debe ser que ha habido algún tipo de mercadillo peliculero, a lo lonja de Vigo, y se han repartido los pescados como buenamente han podido pagar las plataformas. No sé si el cine desaparecerá (por-fa-vor: NO), pero me da que la televisión ya debe estar más que tocada. Cuatro pelis decía, dos españolas. “BajoCero”, de la que todo el mundo está hablando, estrena directamente en Netflix.

Bajo Cero; Lluis Quílez

Y hubiera sido más impactante en cine. Muchísimo más impactante. Los juegos de claroscuro, la fotografía cuidada, la dirección nada desdeñable de Quílez  de quien dicen los actores que es muy muy exigente. Yo si dirigiera algo no querría que mis actores dijeran de mí: Ay que simpática y buena es. No. Yo querría que dijeran lo que Karra dice de Luis. No tengo mal equipo en casa, tampoco tengo tele en 4k ni nada por el estilo. Pero la pantalla es de buena calidad y el home cinema hace que mis vecinos me odien más si cabe. Tuve la sensación de que no era el lugar para ver esta película.

Palm Springs; Max Barbakow

La otra cinta a tener en cuenta se estrena directamente en Movistar Plus. “Palm Spring”. No digo nada aparte de que es merecedora de nuestro tiempo. Mucho. En pantalla grande luciría mejor, pero es que no sé si alguna peli no luciría mejor en cine.

News of the World, Paul Greengrass

La que se estrenó en sala, la de Tom Hanks (“News of the World”), la veré en las próximas semanas, porque aquí, que no es Madrid ni Barcelona, no tenemos cine. Eso sí, es la única que se ha atrevido a ir a sala. Si alguien lo entiende que me lo explique.

A perfect enemy; kike Maíllo

Y la última, y por la que estoy aquí: Cosmética del Enemigo/ A perfect Enemy. De Kike Maíllo. Se pasó por el Festival Internacional de Cinema fantàstic de Catalunya (Sitges) el pasado mes de Octubre (2020), y afirma el director “teníamos casi la seguridad de que iba a ser la última vez que podríamos disfrutar de la película en pantalla grande”. Y continúa en estas declaraciones que publica RTVE “Es hiriente cómo se está abandonando a las salas de cine”

Es Premio Goya dirección novel por “EVA”, película que se estrenó en el mismo Festival de Sitges allá por 2011, cuando iba por esos lares. Durante la promoción de esta su opera prima conoció a Fernando Navarro. Coguionista de su segunda película, “Toro” (2016), y parece que ha participado de alguna manera también en  el guion de Cosmética. Pero que también ha coescrito BajoCero y ahora está nominado al Goya al mejor guion adaptado, junto con el director y escritor de la novela, Orígenes Secretos. ¡Esto sí que es un señor guionista! Lo mismo te escribe “Anacleto, agente Secreto” que “Verónica”. Bueno. No hemos venido a hablar de lo sospechoso que es en este país tener buenos amigos, sino del trabajo del profesor de L´Escac. Dejaré de lado sus trabajos para televisión, sus anuncios y sus videoclips, así como sus producciones (entre las que se encuentra “La llamada” de los Javis). Me quedo con sus tres largometrajes. Empezando por el principio.

EVA; Kike Maíllo

“EVA”. Ambientada en un futuro no muy lejano, 2041, no voy a decir distópico, porque no lo es, los robots habitan entre nosotros como lo que son: ayudantes. No se salen de las normas de Asimov, como paradigma, el personaje interpretado por el grande Lluis Homar, Max. Tenemos un caballero andante, alma rebelde e independiente, interpretado por el original Daniel Brühl, contrarrestado por el siempre correcto Alberto Ammann y coronado por el interés romántico, Marta Etura, quien quiero que me guste pero que no acaba de resultarme. En el centro del triángulo Eva, Claudia Vega. A veces la quieres y a veces no la soportas. Y aquí debería empezar a decir que este tipo de cine no se hace en España, que hay que considerar el arrojo de Maíllo, que es muy original, que…que…que… No.  No adolezco del complejo del españolismo. Se está demostrando, aparte de lo que el ICAA o el ICO quieran,  que los directores y directoras de esta nuestra España crean historias más allá de la dichosa ley Miró. Sin ser Coixet, sin ser Almodóvar y sin ser Amenábar ni Bollaín. Siempre ha habido calidad y la habrá si los dejan los dineros. EVA es un ejercicio estilístico precioso, pero se queda ahí. Porque no profundiza para nada en el complejo entramado que es la I.A. Solo pasa de puntillas, y se queda como una pequeña gota de aceite dentro de un gran vaso de agua. Creo que se dejó todo el presupuesto en las filigranas que hace Brühl, pero que ni sentido tienen. La Inteligencia Artificial es solo un pretexto para contar una historia de amor. Punto. No sirve de nada, no aporta nada, no exprime nada y no innova nada. Bueno, el gato y la referencia al algoritmo libre y las consecuencias negativas que de ello podrían derivarse pero que ni se ahonda en el asunto. Hay un giro, pero que ni giro ni nada. Es visible, pero igualmente olvidable.  

Toro; Kike Maíllo

Vamos a 2016, Fernando Navarro y Kike Maíllo se conocen, se hacen amigos y deciden escribir una historia alejada de EVA. Toro. Sin tener nada, solo una idea muy difusa de la historia, el productor de cine Enrique López Lavigne les insta a que hablen con Luis Tosar y Mario Casas para comentarles el proyecto que no existe. Obvio que ambos actores aceptan, además pueden ir creando sus personajes a la vez que se escriben porque aun no existen. Cierran el triángulo con el único: José Sacristán. Puede decir Maíllo que ha trabajado con tres de los actores que más me gustan, a saber Brühl, Sacristán y vista la maravilla de Cold War, Tomasz Kot, a quien se lo rifan. Toro es lo que es. Una película de entretenimiento máximo, que nada aporta, y que entretiene. Tiene fallos de rodaje, de dirección, de actuación. Está rodada como si tuvieran prisa, y se nota que el guion es un castillo de naipes que se ha construido como un divertimento volátil. No hay nada que rascar. Casas cumple, como siempre, porque hace lo de siempre. Correr, disparar, y pegar palizas, incluso a lo Rapunzel, con una sartén. Tosar está muy arriba y Sacristán muy comedido, en una suerte de Padrino que en una de las imágenes parece que retoma el Padrino III. Unido a Taxi Driver, por esa tontería de guardarse un arma en el brazo pero que no tienen sentido alguno cómo la usa. Se supone que es factor sorpresa, no: saco el cuchillo y nadie me ve. ¡Para eso lo llevas normal! Sin más florituras. Voy a salvar el final. Muy loco. Un edificio redondo, planos cenitales que hace que todo parezca una espiral, salteado por colores intermitentes salpicados de sangre. Eso, y el protagonismo que le da a Málaga, que hace que la película, más allá del argumento, sea de hecho diametralmente opuesta a su anterior film. De la nieve a la costa del sol. Pero vamos, que no hay dónde rascar. Cine de acción al más puro estilo The Rock (nada de Tom Cruise, lo siento Mario). Y vuelvo a decir que no voy a decir que este cine no se hace en España, porque sí.


                              Fotogramas  Orígenes Secretos; David Galán-Galindo

 El único que no se hacía se ha inaugurado con Orígenes Secretos, cine de lycra y súper héroes. Pero ese es otro asunto.

Athena Strates; Kike Maíllo y Tomasz Kot

FUENTE: https://sitgesfilmfestival.com/cas/noticies?id=1003659

Por fin llegamos a donde queríamos llegar. Pero todo destino conlleva un camino. No podemos hablar de "Cosmética del enemigo" sin hablar de la trayectoria de su director y de cómo, según la humilde opinión de quien escribe, va creciendo a medida que se va olvidando de la pretensión de innovación y las grandilocuencias. Voy a reconocerle su estilo propio a la hora de crear ambientes y, como él mismo ha afirmado, la importancia de la arquitectura, que en esta última película es esencial. Ha ido directamente a plataformas, a Filmin en este caso. Es la adaptación de la novela homónima escrita por Amélie Nothomb, betseller, 2001, y de la que cambia algún que otro detalle, como la profesión del protagonista y el sexo de la coportagonista. En el libro es un chico y Kike afirma que le daba más juego que fuese una chica. Una actriz desconocida que yo, personalmente, voy a seguir la pista, porque lo hace de diez: Athena Strates. La simbiosis que se crea entre ambos y el tercer vértice, Marta Nieto (Madre) que aunque con pocos minutos de metraje deben estar muy en consonancia, es de destacar. La película discurre en la sala VIP de un aeropuerto, precioso, impoluto, que se supone que es el de París pero que es el de Reus y se trata tan solo de una conversación que no se hace nada pesada porque el guion está muy bien construido. Aunque supongo que es mérito de la novela. Maíllo no recurre al plano contra plano, que podría hacer tediosa la película, ni se queda dentro de la sala. Mediante flashback imaginarios, porque realmente son las imágenes que crea Texel (Amélie) en la cabeza de Jeremy (Tomasz Kot), salimos de esa aséptica sala. Beben, comen, antes han viajado en coche hasta el aeropuerto, presentan al protagonista y a medida que avanzan los minutos vamos sabiendo más y más por qué es tan desquiciadamente inaguantable Texel con un hombre intachable, que ha dejado la construcción arquitectónica vacía para dedicar sus esfuerzos a construir hospitales en África. Proyecto suyo, el propio aeropuerto en el que se encuentran. Y al que le cuesta volver. Por sus circunstancias personales. Se acerca a una enorme maqueta, en la que ve algo anómalo pero que a él no le perturba lo más mínimo. Y el espectador se queda como él. Sin más. No puedo decir más de la trama, porque es una película en la que los giros de guion sí son importantes. La tildan de Thriller psicológico, aunque no soy partidaria de etiquetas. El propio autor la compara con la falsedad de la construcción personal en las redes sociales y cómo vamos rehaciendo nuestros perfiles para aparentar quienes queremos ser. Nada es lo que parece y queremos ser nuestra apariencia. Un juego de espejos a lo dama de Shangai en donde ya no sabemos quiénes somos ni qué queremos de nosotros mismos.

 “¿Has matado a alguien?”

By @pilarysuscosas

Pilar Iglesias Esteban

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