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El azar. 1987


Un tren. Tres posibilidades. Ninguna mejor que otra. Sólo tres posibilidades que reflejan lo que puede ser. Tiras los dados y avanzas sin dirección, sin sentido, sin libertad. Abocado a ser esclavo de esa libertad que quizá sea real, que quizá sea aparente. Lo único claro es que jugamos la partida con las fichas que tenemos y nos movemos por el tablero que toque adecuando nuestras acciones y decisiones a las puertas que se nos ofrecen para abrir.  Puedo coger el tren, perderlo, perderlo y tener un percance o perderlo y encontrar el amor de mi vida. De cada una de las opciones una persona distinta. Lo mismo pero no el mismo. El Azar tiene tintes políticos, pero la política no es lo esencial. Cada vez que veo una película de Kieslosvki me da la sensacion de perderme la mitad de la mitad. Por la sociedad y el cariz sociopolítico que a veces se puede ver en su obra. Pero  una vez acabada la película te das cuenta de que da igual qué sucediera en Polonia el año en el que nací. Witek puede ser activista político, activista religioso o un hombre de clase media en una casa con su mujer e hijos. Ni una mejor que otra. Lo curioso es que la misma persona con la misma educación y el mismo detonante de la historia (fallecimiento de su padre) se adecue de forma tan plástica a cualquier situación contingente. Porque ninguna es necesaria. Da igual que sea el que sea. Podría hablar de multiversos, podría hablar de líneas temporales paralelas, podría hablar de la fatalidad de la existencia, podría hablar de la toma de decisiones y la racionalización de la acción, podría hablar de la importancia del entorno y la influencia de la circunstancia en la vida de todos nosotros y cómo tu vida influye en la mía y viceversa. Podría hablar de la ausencia de sentido de la vida porque hagas lo que hagas carece de importancia en el cómputo general de la existencia del universo y la sociedad. Somos una gota de agua en un océano. Pero me resisto a ello. No seré un premio Nobel que descubra la cura contra el cáncer y salve así a la humanidad. Si es que la humanidad se salvara así. Pero mi vida no es absolutamente contingente. Mi existencia se relaciona con las demás en una tela de araña social donde todos y cada uno de los hilos son esenciales. En la forma en que sea. Y aunque sé que mi vida consiste en ir abriendo unas puertas en detrimento de otras yo elijo abrir esas puertas y no otras. Es cierto que hay cierto grado de aleatoriedad. Pero "hermoso es el riesgo". Quizá si te hubiera conocido antes mi vida hubiera sido distinta. O no. Realmente esto pertenece a ese ámbito de azaroso de la vida. Puede que te tuviera al lado más de una vez y ni te vi. Puede que, ya que hemos compartido calles, incluso habláramos. Ya sabes, yo soy muy de hablar aunque "estoy intentando corregir esa horrible costumbre". Pero te he conocido tarde, o pronto. O quizá en el momento justo y así mostrarme qué quiero,aunque no puedas ser tu. Aunque ya no quiera nada más que serenidad. El azar me parece una obra con un engranaje perfecto. Acción, foto y música. Actores sobrios que hablan entre dientes y hacia el cuello de la camisa. Difícil entenderles pero al final entendía el polaco. Foto lúgubre, gris, que acompaña el momento sociopolítico polaco. Cámara al hombro, cuadros perfectamente imperfectos y desnudos naturales que no desnudan el cuerpo sino el alma. Y música que no se nota que acompaña cada paso y cada etapa. Perfecta. El triángulo perfecto armonizado por una historia que son tres historias con un mismo comienzo pero que camina por sendas diferentes. Y repito, ni mejor ni peor. Es tu vida. Víela. Vívela lo mejor que puedas, sonriendo y haciendo aquello que te apasiona sin pensar en ningún what if? No existen más posibilidades fácticas, sólo ideales y la frustración viene de su mano. Vive en lo que es, no en lo que podría haber sido. Y si quieres cambiar algo, hazlo. No busques excusas más que tu mismo. Nosotros somos nuestros peores enemigos. La vida es azar pero también somos nosotros quienes tiramos los dados. Que continúe el juego. ¿Te apuntas?

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