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El Hoyo o cómo llegué a ver Quién mató a Don Quijote


2019. Festival de cine fantástico y de terror de Sitges. Octubre. Y yo no puedo asistir. Cosas de la vida. Que también te digo que menos mal porque me hubiera encontrado con mis dos únicos ex y sus dos nuevas parejas. Aunque quizá no hubiera estado tan mal. Sea como fuere este año no pude ir. Tenía dos cosas más importantes que hacer. Una se llama Lara y la otra David. BB y Peque, respectivamente. Este año es más que probable que sí que vaya. Si conseguimos matar al bicho que nos tiene encerrados en casa. Que ya es decir. Que una cosa microscópica sea la que nos tiene encarcelados. La que coarte nuestra libertad. La que nos haga valorar los abrazos, las sonrisas, los espacios abiertos, el ruido. La que nos haga valorar el trabajo de los sanitarios, y trabajos que quizá alguna vez hayamos denostado. Esa cosa microscópica es la que nos hace valorar nuestra libertad. LIBERTAD. Condena. Necesaria. Arrebatada. No pude ir y ha sido un festival cargado de buenas películas. De las mejores. Aunque Sitges siempre será un referente para mí, porque es el tipo de cine que me gusta. Vamos, todo. Me acabo de ver “Quien mató a Don Quijote”. De Terry Ghilliam. Por culpa de “El hoyo”. Película que ganó el festival de mis amores. Película que quien me conoce bien me recomienda aunque me la haya visto dos veces y quizá me la vuelva a ver al termino de estas palabras, que espero sean breves, aunque lo dudo. Porque El Hoyo me parece una genialidad como la que acabo de ver. Quizá se deba a mi mente enferma que ve filósofos por todas partes. Porque yo veo a Kant. Pero lo que es peor, o mejor, veo a J. Rawls. Sí. Uno nuevo viene de artista invitado. Un filósofo que para mi establece una de las teorías más maravillosas desde el punto de vista de la ética formal y material. Porque nos da un marco de acción pero nos lo llena de contenido. El velo de ignoracia. Y al puro estilo del formalismo kantiano, de su Imperativo categórico, Obra de tal manera que tu acción pueda tornarse ley universal, al mas puro estilo de mi marido, nos dice simplemente sitúate siempre en el peor de los casos. Nunca sabemos qué situación nos va a tocar, nunca sabemos cómo va a ser la vida que nos toque vivir. Por lo que las leyes y las máximas de acción, todo aquello que organice de alguna manera nuestra vida en sociedad, debería sistematizarse desde detrás de ese velo de ignorancia y decidir desde la peor situación posible que pueda tocarnos. Es el principio Maximin. Maximizar la acción. El hecho de actuar siempre en beneficio del desfavorecido hace que las acciones sean moralmente correctas y que llegados el caso, si nuestra situación es la peor estaremos mejor de lo que deberíamos si no hubiéramos maximizado la acción. Esto, explicado en persona es más fácil que escrito. El hecho es que en El hoyo se ejemplifica de maravilla la filosofía kantiana y la rawlsiana. Y todo unido a la pura filosofía existencialista salpicada por todas partes por Don Quijote y Cervantes. 
A estas alturas quien más o quien menos ya sabe de qué va El Hoyo. Y si no, os digo rápidamente quién os lo puede contar mejor que yo. Segundodesayuno por ejemplo y ovefilms también. Yo me quedo con los líos y teorías. Es más que lógico que la película es una crítica a todo tipo de sistema económico. Desde el Capitalismo al comunismo. No deja títere con cabeza. Como buena peli en principio distópica que es. Y además lo hace con una forma tan icónica como arriba y abajo. Norte y sur. Que ya en otra parte he hablado de las diferencias demográficas y sociales y económicas en cuanto al norte y sur. Tanto a nivel de ciudades como de autonomías como nacionales como mundiales. Los ricos están arriba. Los pobres están abajo. Pero eso se lo dejo a los demógrafos, sociólogos, antropólogos e incluso geógrafos. Yo me quedo con los hechos positivos. Y siendo así, los de arriba del hoyo reciben más y mejor comida que los de abajo. Pero, y aquí está el quiz de la cuestión, si solo cogiéramos lo que necesitáramos habría suficiente para todos. Pero no….aquí viene el egoísmo mal entendido. Yo voy cogiendo todo lo que puedo porque no sé qué planta me tocaré el mes que viene. Velo de ignorancia. ¿No sería mejor actuar a la inversa?   El concepto “Solidaridad espontánea” me parece fascinante. Es imposible que en una animal tan primario como al final resulta ser el ser humano crezca de manera “espontánea” un sentimiento tan elaborado. Solidaridad. Coge todo lo que puedas y sálvese quien pueda. La eterna pugna clásica entre Rousseau y Hobbes. En la que ahora no voy a entrar. Porque quiero llegar al mensaje. No quiero enrocarme en cuestiones políticas harto sabidas por todos. Porque sí, el tema de la película está “usado”. ¿O no? Porque quizá estamos mirando a través del cristal pero no estamos viendo nuestro reflejo. No espejo. Cristal. En el que no hay una versión duplicada de nosotros mismos sino un especie de espectro difuminado que solo vemos muy de vez en cuando. 
Llegamos al final de “El Hoyo”. Final del que pocos hablan. Final desconcertante en el que Sancho acaba guiando a Don Quijote no sabemos hacia dónde. Y realmente ¿importa? Goreng es una especie de mesías, de salvador. Se encuentra con su guía, quizá su padre, quizá Sancho Panza, quizá el sabio anciano que nos va diciendo qué sucede cómo cuándo y por qué. Porque nosotros somos Goreng. Nos despertamos igual que él, peor. Sin saber ni por qué estamos ahí. Luego sí, de forma voluntaria para dejar de fumar y leer el Quijote. ¿Creéis que es baladí el hecho de que se escoja esa obra magna y malentendida? Para nada. Todo está por algo. Y para algo. Dulcinea, que puede ser María Magdalena, que puede ser quien le abra los ojos a Goreng. Quien se sacrifica por él y para él. Para que imponga el orden correcto aunque sea a base de mierda. Y llega el pueblo, su acompañante que no cuestiona, que se lanza a la aventura y no se sabe ni por qué lo obedece. Pero va con él. Hacia abajo. Y los modales son esenciales. Si con educación no se consigue, entonces palo. Y el mensaje. La panacotta es el mensaje. Y acaba siendo la niña. La niña que nos trae de cabeza. ¿De dónde sale? Nos hacen pensar que es la hija de la chica. Pero la administración nos ha dicho que esa chica entró hace solo 10 meses. Y sola. Sola. Pero también nos asegura que hay solo 250 pisos y vemos que en realidad son 303. 33. La edad de Cristo. Si, lo sé ya me estoy yendo demasiado lejos en la exégesis de la obra. Pero me gusta tanto…. 
La niña es el mensaje.
 ¿Por qué?
 Justamente, ese es el mensaje. ¿Por qué? 
(PD.: Existencialismo puro)

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