Isao Takahata. Genio. Espíritu. KOKORO
Nace en 1935, en una prefectura de Mie, en Ise, Japón. Y acaba su estancia física el pasado 2018. Porque su espíritu sigue y seguirá entre nosotros, y por lo que se ve cada día mas. Ahora que plataformas digitales tienen el beneplácito para poder difundir su obra. Puedo hablar más in extenso de su amigo y compañero Hayao Miyazaki. Isao me resulta más enigmático por espiritual, por simbólico. He visto sus películas dentro del Studio Ghibli, y un par de proyectos iniciales antes de fundar el Studio, Las aventuras de Horu (1969) y Panda Kopanda (1972 y 1973). Por todos mis coetáneos es conocida Heide, o Conan o Marco o Lupin o Ana de las Tejas Verdes, de la que hizo un largometraje en 2010 y en el documental Journey of the Heart: Conversations with the man who planted tres: Isao Takahata (1998/2004) en el que visita Canadá, se acuerda de los escenarios que recrea en Ana. No he visto la película, y me encantaría poder revisar la serie porque casi la tengo olvidada. Y me encantaría poder ver el documental que le encarga su amigo Miyazaki “La historia de los canales de Yanagawa” (1987) y sobretodo deseo con toda mi alma poder ver su largometraje, segundo según mis fuentes, Goshu, el violoncelista (1982) en el que trata de manera exquisita temas medioambienalistas parecidos a los de Pompoko (1994). UN primer largo, 1981, buena añada, Chie the Brat, obviamente también quiero verla. Quiero ver todo lo que este genio pueda hacer. Todo. Dentro del Studio Ghibli tiene dos de las películas que más me han marcado y conmovido tanto a nivel personal como social. Empiezo por lo personal: Recuerdos del ayer (1991) me parece una obra magistral, llena de detalles y de una cotidianeidad que te transporta o al menos a mí me transportó a mi media infancia. Debo reconocer que solo la he visto una vez, pero caló tan hondo en mí, que parece que la acabo de ver. Y lo mismo pasa con la siguiente: La tumba de las luciérnagas (1988). Es de las obras más duras y reales que he visto en animación. Junto con Incendies y La llegada son las películas que mas me han hecho llorar, que más me han hecho sentir. Más incluso que la escena de créditos de La lista de Schindler (1993). La tumba de las luciérnagas solo la puede llevar a cabo un Genio. Un Genio que puede estar durante 14, sí catorce, años para culminar una obra maestra que tuvo de crédito cerca de los 50 millones de dólares y que desconozco si sigue siendo la película japonesa más cara de la historia: El cuento de la Princesa Kaguya(2013), basada en El cuento del Cortador de Bambú. Es una obra de una delicadeza, de una narrativa, de un estilo, de una dirección, que no en vano le supuso la nominación a los Premios de la Academia en 2014 junto con La canción del Mar (maravillosa), Cómo Entrenar a tu dragón 2 (vale…), Los Boxtrolls (la vi hace poco y me parece correcta) y Big Hero 6 (que me flipa, lo sabéis, pero se lo debió llevar La Princesa). Y solo un genio como Takahata puede adaptar un famoso manga y hacernos pasar un ratazo de lo más divertido con “Mis vecinos los Yamada” (1999).
Solo puedo decir de él una palabra: KOKORO
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